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Alimentación más balanceada y orgánica con huertas escolares y caseras en Antoquia, Colombia

Cecilia Giraldo trabaja como docente en la escuela San Vicente de Ferrer sede “La Enea”, en Colombia. A partir de su experiencia, unos de los mayores desafíos para las niñas y los niños que viven en el campo son las limitaciones de recursos, al no tener acceso total a la tecnología para la investigación y los bajos niveles de escolaridad de sus padres, lo cual dificulta su ayuda en las labores escolares, “se puede notar la brecha que hay entre la educación rural y la urbana”, señala.

Cecilia se vinculó en el proyecto de huertas escolares al llegar a la escuela. Los inicios de la huerta en la sede “La Enea” fueron junto a un compañero docente con experiencia sobre agricultura, “se hacían 3 siembras en el año y casi siempre se tenía buena cosecha”, explica. Así, fue adquiriendo los conocimientos necesarios para seguir promoviendo el proyecto con la comunidad, con el apoyo de las niñas, los niños y sus familias.

“Hasta hace 2 años me enteré de que la Asociación Sembrando Futuro apoyaba las huertas escolares. En ese momento el cercado de la huerta estaba en muy mal estado, por lo que se presentó desde la institución un proyecto a la organización que incluía la reparación del cerco, recuperación del terreno y siembra de plántulas”, recuerda.

Mejor alimentación y conocimiento sobre derechos

Con este proyecto se busca demostrar los beneficios de cultivar productos orgánicos y capacitar sobre su consumo adecuado. “La asociación les daba las plántulas y ellos hacían sus huertas en casa, también con esta alianza se tiene un componente educativo donde se les da charlas a los padres de familia. Asimismo, con los niños y niñas aparte de las huertas, también se tenían unas charlas donde se les enseñaba sobre las hortalizas, la alimentación, la nutrición, el proceso de preparación de la huerta, siembra de semilla, preparación de las plántulas”, detalla.

Cecilia manifiesta con mucha alegría que las niñas y los niños “aprendieron sobre la huerta y les encanta ir y ayudar en la preparación en la huerta, les he enseñado el amor al cultivo y al campo”. Asimismo, aprendieron a consumir las diferentes hortalizas en casa y en el restaurante escolar, ya que en la huerta del centro de estudios se cosechan cebollín, brócoli, repollo, acelga, lechuga y cebolla; además, la comunidad se ha visto muy beneficiada con el proyecto, porque a cada familia la Asociación Sembrando Futuro le entregó un kit de plántulas para cultivarlas en sus hogares.

“La educación es un derecho que no se les puede quitar a los niños y niñas en ningún momento, el proyecto ha dejado muchos aprendizajes en su vida, ya que anteriormente no sabían sobre el manejo de la huerta”, explica.  También, ha permitido “enseñarle a los(as) niños(as) que no se deben ver forzados a realizar trabajos peligrosos, ya que sus familias pueden cosechar para su consumo y garantizar la alimentación de manera orgánica, libres de químicos.” En esa zona, la mayor justificación del desplazamiento de la niñez a trabajos peligrosos, que involucran el uso de químicos, suele ser la falta de recursos para la alimentación de dichas familias.

La Asociación de Productores Sembrando Futuro fue constituida en 2012, en el oriente Antioqueño, Colombia, es parte de la Coordinadora Latinoamericana y del Caribe de Pequeños(as) Productores(as) y Trabajadores(as) de Comercio Justo (CLAC), y cuenta con el sello Fairtrade que les respalda como productores(as) de frutales de exportación.

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