La inclusión es una de las herramientas fundamentales para lograr un desarrollo humano y económico sostenible. El respeto por los derechos humanos y la inclusión es un compromiso del movimiento por el Comercio Justo, y en especial de CLAC, porque entiende que todas las personas deben de tener las mismas oportunidades de acceder a sus derechos sin distinción de su sexo, etnia, edad o condición social. Sin embargo, diversas poblaciones siguen enfrentando situaciones que dificultan el goce a sus derechos y a la participación en igualdad de condiciones.
Por eso, en el marco de la conmemoración del 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las mujeres, CLAC reitera su compromiso por promover el respeto a los derechos humanos de las mujeres, la equidad de género y ambientes laborales libres de acoso sexual y discriminación.
El acoso sexual es una de las violencias más invisibles contra las mujeres, pues dadas sus características, se hace compleja la denuncia, teniendo en cuenta que persisten muchos mitos sobre éste, que buscan culpar o estigmatizar a la víctima, y que hacen más difícil de comprender por qué pasa y qué hacer para evitarlo.
Aunque tanto hombres como mujeres pueden ser víctimas de acoso sexual laboral, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), 9 de cada 10 víctimas de acoso sexual laboral son mujeres; y en estos casos, la mayor parte de los acosadores son hombres, de manera que el acoso sexual se configura como un tipo de violencia basada en género.
Pero ¿qué es el acoso sexual laboral? Una de las definiciones más ampliamente utilizada es que el acoso sexual laboral es un “comportamiento en función del sexo de una persona hacia otra, de carácter desagradable para la persona que lo sufre”. El acoso sexual tiene dos condiciones, y es que se reciba como un comportamiento no deseado y ofensivo. Entre las expresiones de acoso sexual más comunes se encuentran las miradas lascivas, tocamientos no solicitados, expresiones sobre la apariencia y el cuerpo con contenido sexual, chantaje, amenaza a cambio de encuentros íntimos o favores sexuales, incluyendo el acoso por medios digitales, entre otros, que afectan la salud mental y física de la persona que lo padece.
El impacto del acoso sexual para las personas se refleja también en la estabilidad de las empresas y organizaciones. Cuando se goza de un ambiente laboral respetuoso las personas trabajan más a gusto y con mejores resultados. Esto lo expresa el Convenio C190 del 2019 de la OIT-sobre la violencia y el acoso laboral, que invita a los países a mejorar las leyes y orientar sobre cómo prevenir la violencia contra las mujeres en el ámbito del trabajo, teniendo como principal herramienta la promoción de los derechos de las mujeres y la equidad entre los géneros. Así, países como Argentina, Ecuador y Uruguay han ratificado este convenio. Otros países han emitido algún tipo de ley para prevenir y sancionar el acoso sexual laboral como una forma de expresión de la violencia basada en género. Sin embargo, siguen existiendo vacíos legales para proteger a las mujeres y hacer una prevención efectiva en la mayoría de los países de la Región.
Desde el movimiento por el Comercio Justo, y desde las políticas de CLAC y de Fairtrade, se viene trabajando para promover la equidad de género como una forma inicial de reducir la discriminación hacia las mujeres, impulsado procesos de formación y sensibilización, implementando escuelas de liderazgo femenino, talleres sobre masculinidades positivas y liderazgos transformativos e inclusivos. También, se orienta a las organizaciones en la elaboración e implementación de políticas institucionales de género, para superar las brechas y la inequidad entre hombres y mujeres, promoviendo más oportunidades para que las mujeres participen en espacios de liderazgo y toma de decisiones.
Pero, en definitiva, uno de los aportes más contundentes para prevenir la violencia contra las mujeres, se basa en la formación sobre prevención del acoso sexual, así como con la asesoría para la elaboración de protocolos de atención si llegara a presentarse el caso, de modo que cada organización defina cuáles son las mejores rutas para hacerlo.
En los últimos tres años, 625 personas de 55 organizaciones certificadas Fairtrade han participado en talleres de formación en equidad de género, así como sobre prevención de la discriminación y la violencia basada en género.
Esta es una realidad que podemos empezar a cambiar. Cuando empezamos a identificar situaciones que pueden ser acoso, promovemos el respeto entre colegas, colaboradores y colaboradoras, imponemos sanciones ejemplarizantes frente a comportamientos sexualmente intimidantes, se divulgan los canales de denuncia de las organizaciones y las rutas de atención del Estado. Todos y todas podemos contribuir a generar ambientes laborales basados en el respeto, libres de acoso sexual, que promuevan la inclusión de las mujeres y la juventud, y la equidad de género en las organizaciones certificadas en Comercio Justo.